Los parámetros de la vida
Una lectura de reflexión
Cuenta la historia, que en una aldea en donde habitaban pocas personas, vivía un monje apuesto, muy acertado y dedicado a su trabajo, se ocupaba en vida asistiendo como el acarreador oficial de agua de la comunidad, todos los vecinos estaban contentos con su trabajo, contaba con 2 cubetas como herramientas básicas para complementar su responsabilidad y un pedazo de palo atravesado en sus hombros, con el afán de hacer bien las cosas, se levantaba muy temprano para emprender el día, su propósito era llenar una cisterna de 1000 litros de agua, que abasteciera dicha comunidad, tenía un pequeño obstáculo, la aldea cual vivía estaba a más de 5 kilómetros del lago se le proveía de agua. Pasó el tiempo, sus materiales de trabajo se fueron haciendo antiguos, las cubetas empezaron a tener hoyos pequeños, pero a él nunca le importó realizar un paréntesis para evaluar su trabajo y sobre todo cambiar de estrategia para mejorar su labor, con el paso del tiempo, el agua que acarreaba ya no era suficiente para el pueblo, hablaba entre sí, _no es posible, he caminado el doble que antes y no logro llenar dicha cisterna. El reclamo de los vecinos cada día era más fuerte, hasta que un día se encontró en su camino a un viejecito y le dijo, _buen hombre no blasfemes de tu trabajo, te pido algo sencillo, revisa tus cubetas y fíjate que tienen agujeros, el agua se escapa, por tal razón, se tira antes de llegar a su destino, aunque camines cinco veces más que antes, no podrás lograr tu propósito del día.
Consejo: Cada día pretendemos ser mejores, pero nunca evaluamos los utensilios con que contamos, tenemos que detenernos un momento y retroalimentar nuestros saberes y así hacer cosas óptimas.
Profr. Fidel Velázquez Martinez
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